diumenge, 17 de juny del 2007




SUBASTA AL MEJOR POSTOR

Ya tenemos ¿nuevo Ayuntamiento? Si observamos que repite el mismo Alcalde, el mismo socio del gobierno anterior y el señor que ha estado determinando la vida política de Monóvar durante muchos años, creo que no podemos hablar exactamente de “nuevo”. Además, tampoco es nuevo el escándalo, el conflicto. No lo son las formas, las actitudes, los presuntos intereses, ni tampoco las incoherencias y las manipulaciones.
La coalición post electoral es una figura democrática absolutamente lícita y en muchos casos necesaria. Los motivos por los que ésta se produce en ocasiones no. Bastante especulativo resulta imaginarse los aspectos por los que el Bloc Progressita decidió el pasado 16 de junio votar a Salvador Poveda como Alcalde de Monóvar, como para que encima no se produjera ningún tipo de explicación o se hicieran públicos los fundamentos de su pacto de gobierno. Tal vez hubiéramos empezado a entender algo, en el hipotético caso de que esto fuera posible, sobre todo tras la tan enfrentada campaña electoral entre Partido Popular y Bloc Progressita, y también entre alguna candidata del primero y el cabeza de lista del segundo, que ahora deberán sentarse juntos. Pero no ha sido así, y al intentar extraer una conclusión, sólo puedo pensar en los documentos publicados sobre la oferta de pacto por parte del PSOE y la consiguiente contraoferta del Bloc Progressita: no conseguí contemplar, desgraciadamente, ningún punto que hablara de los programas electorales, de la acción a realizar conjuntamente, de las motivaciones comunes para gobernar en coalición…, no. Más bien aquello parecía un tratado comercial de concejalías y cargos de confianza. No quiero pensar cómo será el acuerdo definitivamente aceptado por José Ginés. El juego político finalmente convertido en una subasta al mejor postor, en donde lo último son los intereses del pueblo. Al menos así parecía expresarlo el sentir popular a las puertas del Ayuntamiento el sábado del Pleno de Constitución e Investidura, un sentir popular que en algunos casos consideramos excesivo y de una agresividad intolerable cuando lo supuestamente defendido son los valores democráticos.
Muchos se sentían traicionados, otros cabreados y los menos sorprendidos, porque en general ya sabían que esto iba a suceder, aunque no quisieran pensarlo.

A Esquerra Unida las urnas, por muy poco, le dijeron el pasado 27 de mayo que esta vez le tocaba trabajar desde fuera, y así lo haremos: estaremos vigilando y presionando para que la voz de las 353 personas que confiaron en nosotros esta vez no quede silenciada.